UNA SOLUCIÓN.
¿Existe algo que nos salve de la deshumanización que sufrimos por parte de un sistema ultrajantemente afrentoso para con la naturaleza humana? Sí, lo dice Hannah Arent: el Amor.
El amor para con los demás y para con lo que se hace, es la piedra de toque para la reivindicación de la condición humana.
No es exclusividad de la Educación Artística salvar al mundo, pero sin embargo, un gran componente de responsabilidad en este sentido le compete a la educación en general y a la educación artística en particular.
El arte es conocimiento, conocimiento a través de la experiencia, de la experiencia que movilice enteramente al ser que la vive, ser cuya razón de ser se da por cuenta del constante aprendizaje.
El nuevo arte es cultura, educación; la nueva educación es aprendizaje mutuo, igualdad de condiciones frente a las posibilidades de conocimiento por medio del descubrimiento de las potencialidades propias. Saber educar es saber decir: Yo soy capaz, usted es capaz, todos somos capaces…
El arte es lo culto, lo popular, lo mediático, es todo, en la medida que permita la experiencia en los términos arriba mencionados; el arte es todo aquello que pueda cambiarnos por vías inesperadas y en lugares inesperados; así, es junto a la ciencia, la posibilidad de descubrir el mundo y cuestionarnos cada vez más, ir más allá de las fronteras trazadas por la normatividad. Educar es aglutinar en una sola entidad a la ciencia y al arte por medio del amor.