viernes, 22 de junio de 2007

Arte y Violencia. Sesión I; 20-06-2007.



La violencia es inherente a la humanidad, y como tal, tiene su manifestación en las artes, las cuales se encargan de expresar de distintas maneras la sensibilidad humana, por ello, las temáticas sobre la violencia, o el arte que evoca la violencia, o aun, el arte generado violentamente, son parte de la sensibilidad artística y del oficio como tal.

Si el arte es o no considerado como un oficio, depende del punto de vista y de la argumentación a la que se recurra en determinado momento, lo que si es cierto, es que el arte al apelar a las emociones humanas, aunque no solamente a ellas, debe incluir a la violencia dentro de su concepción y su práctica.

Con lo anterior, bien valdría la pena, superados los puntos comunes respecto al arte como denuncia o crítica ante la violencia generalizada o frente a un hecho violento concreto, ver la creación, la observación y la circulación del mismo, dentro de un ambiente cargado de violencia, como el que ha vivido Colombia durante muchos años.

El arte puede o no ilustrar un fenómeno violento determinado, o la violencia como manifestación general y natural, pero tal vez, un terreno inexplorado en torno a la relación del arte con la violencia, y el cual, el artículo no toca, es el arte no como algo que representa la violencia, sino al arte como la violencia misma, a través de la plástica que supera los formatos canónicos y se adentra en los terrenos de lo inclasificable, en la medida que hace uso de varios ámbitos de la plástica clásica y perfectamente definida.

El artículo muestra de cierta forma al arte clásico con relación a hechos violentos concretos o alegorías a episodios violentos, pero deja a un lado al arte que sin ser explícito nos permite ver su relación con la violencia, y que de forma no convencional e indirecta, invite a la reflexión en torno al fenómeno violento.

El arte de denuncia es valioso para la historia del país, pero bien valdría la pena investigar en los terrenos del arte que invite a la reflexión en torno a la violencia en general, al sentimiento violento, pues la denuncia tiende a la indignación, mientras que la reflexión nos lleva al origen de asunto y nos permite poner en perspectiva a la violencia como manifestación humana, con el fin de que disminuya, y así, deje de ser algo institucionalizado, pues la violencia siempre existirá y es natural, pero lo aterrorizante es que se convierta en moneda corriente de una sociedad, que por exasperación, ya ni se indigna y pasa a la apatía y la indiferencia. La denuncia es importante, porque provoca indignación, pero debe ir acompañada de una reflexión, para buscar las causas y así poder actuar.

Rodolfo López

*La primera imagen corresponde al montaje "Musa Paradisiaca", de José Alejandro Restrepo, entre 1993 y 1996; la segunda es el óleo "Violencia", de Alejandro Obregón, de 1962. Musa Paradisiaca es el nombre científico de una especie de banano.


1 comentario:

Consuelo Cavanzo dijo...

ABSOLUTAMENTE INTERESANTE ESTE ESPACIO DE ARTE, NO SOLO PLASTICO SINO LITERARIO E INFORMATIVO.