Luchemos porque el aborto sea reconocido como un derecho fundamental para que en Colombia haya menos malparidos. Antonio Caro. 2005.
A través de la obra Colombia-Cocacola, si bien no es posible abarcar la totalidad de la obra de Antonio Caro, sí es una oportunidad para hablar de algunos de sus matices, entre los que se encuentra una aguda y sutil crítica social. En Colombia-Cocacola, se dan cita la iconoclastia y la reflexión política, en la medida que el artista emplea un emblema publicitario para descontextualizarlo, a la vez que lo utiliza para poner en tela de juicio la soberanía nacional, trasladada al poder corporativo; también tiene por lo anterior, un contenido irónico y cómico, debido a la radical trasposición de la famosa marca de gaseosas, con todas sus implicaciones publicitarias, sociales, políticas y culturales. En vista de lo que sucedió en clase, se ve cómo una obra aparentemente simple, puede desencadenar múltiples interpretaciones, que es al fin de cuentas a lo que debe apostar toda obra de arte cuando se pone a consideración pública.
En el caso de Feliza Burstyn, tal vez un poco al margen de las consideraciones más socorridas, me llama la atención la gran importancia de la acción, de lo que podríamos llamar el discurso de la acción, traducido en las dinámicas propias del taller y su subsecuente acontecer experimental e investigativo; sin embargo, más allá de la cocina del arte, está la necesidad de decir algo que no se había dicho y de formas en las cuales no se había dicho, lo cual se ajusta a la práctica artística de Feliza Burstyn, que como mujer, resulta difícil de imaginar manipulando chatarra, soldadura, y en general, materiales ingratos, pesados y difíciles.
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