jueves, 5 de julio de 2007

Arte y Violencia, Sesión VII; 29. 06. 2007 (Película: Cóndores no entierran todos los días)



SEMBLANZA INCESANTE DE LA VIOLENCIA POLÍTICA.

La película “Cóndores no entierran todos los días” estrenada en 1983, hace ya 24 años, está basada en la novela homónima publicada en 1971 de Gustavo Álvarez Gardeazábal, quien por avatares del destino y bajo circunstancias muy confusas que aun hasta el día de hoy no han sido aclaradas, terminó pagando 6 años y 6 meses de cárcel, según él, por una orquestación entre Horacio Serpa y la Embajada de Estados Unidos.

Si en la película se nos muestra una parte de la violencia sectaria de antaño que tuvo que sufrir el país, por cuenta de jugadas políticas en las que el bueno y el malo no existían sino sólo la sangre de los muertos; en la vida real, de la que surgió la novela y por ende la película, el autor de la primera sufrió los embates del mundo de la política, pues su problemas empezaron siendo candidato a la alcaldía de Tuluá, al tiempo que hacía fuertes denuncias en torno a la política regional y nacional.

La violencia emanada, en este caso, del universo de la política, aunque no le significó la muerte a Gustavo Álvarez, sí le costó la cárcel y el ostracismo como vendedor de plátanos en Tuluá. La violencia política tiene muchas formas, en la película vimos una, la más horrible. El escritor de la novela, por ser quien es, hoy día está parcialmente recuperado, oportunidad que no tienen muchas de las víctimas de esa violencia que vio nacer al Cóndor en mal día.

Rodolfo López

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