sábado, 28 de julio de 2007

CADÁVER EXQUISITO

Actividad realizada en el marco del modulo Arte y Violencia en Colombia, basada en el texto de Andrés Gaitán Tobar El arte en la era de los ciegos y la entrevista que se le hizo a diferentes artistas respecto a la exposición “Arte y Violencia en Colombia, Museo de Arte de Moderno de Bogotá 1999”

En este caso se le pidió a los participantes del diplomado que contestaran las mismas preguntas, estas son algunas de sus respuestas.

*¿Dónde se centra su fuente de investigación?

Amparo León, Enfermera (52 años): En el caso hipotético de que yo hiciera una obra (yo persona que no tiene formación artística) me remitiría a los museos, miraría en los muros de la calle “el arte de la calle”, investigaría en Internet, buscaría en la televisión programas de arte pero no me inclinaría a la violencia, porque esto me impacta mucho, tanto que hasta podría sentirme culpable, de no poder hacer nada.

*¿Cree en un arte específicamente colombiano?

Rodolfo López, Artista (29 años): No. Existe arte hecho por colombianos, pues el arte es Universal. Por arbitrariedades geopolíticas o como se les quiera llamar, vivimos en algo que se le llama Colombia, pero igual da, todos somos humanos y sentimos vivimos en el mundo y no es justo que se nos fabriquen fronteras. La violencia, la pobreza, la estupidez, la maldad, el amor, la amistad, el gozo, no son exclusivos del colombiano hacen parte de la condición humana y el artista está llamado a hablar de ello.


*¿De qué sirve el arte en un país donde se registra el segundo promedio más alto de muertes violentas en el mundo?

Pedro Nelson Garzón Moreno, Docente (32 años): Sin duda alguna la expresión artística como tal nos ha de permitir no solamente manifestar nuestros pensamientos y emociones sino lograr percibir nuestra realidad y plasmarla de acuerdo a nuestro gusto y placer estético, como lo menciona Clemencia Echeverri “el tiempo y la verdad que nos rodea no tiene nada que ver con la necesidad de comunicarnos”, pero si es una plataforma muy fuerte nuestro entorno, y una fuente de inspiración bastante grande, el arte es una transformación simbólica y es el medio por el cual nosotros intervenimos para manifestar los distintos problemas a resolver de una sociedad a partir de acuerdos mancomunados.

*¿Cree entonces en el arte como terapia? Es decir como terapia personal o como terapia del otro? ¿Cómo pretende que un espectador lea su obra?

Hernando Castro Silva, Agrónomo (62 años) La abstracción y parte de la concentración del artista en su obra es la mejor terapia que se puede sentir, no para evadir las circunstancias negativas de la vida, sino para retraerse de nuestras propias creencias. Pintar para mí es vivir de una manera diferente es sentirse más vivo y más en unión con nuestro yo interior, es alejarse un poco de la monotonía de la vida , es la mejor terapia para sentirse bien.

*¿De qué manera se inscribe la Memoria, tanto en un país de desmemoriados, como en su obra específica?

Alberto Lozada Suárez, Contador de historias (48 años)

Memoria

Solo existe la memoria, los antagonistas están en ella para mantenerla y transformar los eventos a su antojo el vivir ideales, fortalece la memoria inmediata y condiciona los actos de masas negando al ser colectivo como posibilitador de sociedades creativas.

Cada acto está condenado por la percepción y atisba desde la propia historia individual, desordenando el sentido del otro.

Selección: Diego Gómez Docente del diplomado

1 comentario:

Anónimo dijo...

La respuesta de Hernando, me motiva a colgar mi respuesta a esa misma pregunta, sin embargo, eludo alguna referencia a una suerte de terapia ocupacional, pues para mí, la terapia del arte no está en la acción directa de la obra, sino en fenómenos colaterales, por decirlo de algún modo; yo, a diferencia de Hernando, no me relajo ni me distraigo, sino que me obsesiono, me aferro y me encierro en eso de lo que quiero hablar, generalmente, con resultados que no me satisfacen, pero aun así, en ese mismo orden y a pesar de todo, el arte es para mí una terapia.

¿Cree entonces en el arte como terapia?

Sí. Cualquier cosa hecha con amor y teniendo en cuenta al otro, puede ser una terapia, sea personal, en primera instancia, o del otro, quien a través mío recibe ese amor que tengo por dar; lo importante es el acto consciente, humano, sencillo y sin demasiadas pretensiones. No sé si tenga obra, lo que sí tengo es un impulso constante de acción y compromiso; no tengo técnica ni unidad temática, no tengo slogan, no tengo motivo… sólo un eterno proyecto que cada día cambia de forma; si el otro ve o no ve nada, puede ser un asunto externo a mí o a él, no lo sé, y aunque en cada una de mis acciones tengo en cuenta al otro (pues no estoy solo en el mundo) no me dejo llevar por eso, no es la causa de lo que hago, sino una consecuencia.


La respuesta de Alberto me permite vislumbrar ese clima de caos y confusión, que también genera la aparente indiferenciación entre la memoria y el recuerdo, donde una existencia consciente, parece ser el inicio de sus respectivos rescates; lo cual me permite insistir respecto al hecho de que sin recuerdo no hay memoria, pues sin una construcción individual, no se puede dar la colectiva.

¿De qué manera se inscribe la Memoria, tanto en un país de desmemoriados, como en su obra específica?

En una cultura planetaria del inmediatismo consumista y de falta de memoria, el rescate de ésta debe darse a través del recuerdo personal, cuando este se rescata y/o se exorciza, se empieza a construir memoria colectiva. Cuando no somos conscientes de nuestros actos no podemos generar recuerdos; así que en mi obra y mi vida, hago un llamado a la memoria a través del recuerdo cotidiano posibilitado por la experiencia de lo vivido; tener plena conciencia de nuestros actos es parte del antídoto contra el olvido, y el acto amoroso y comprometido nos puede acercar a la ansiada conciencia de nuestra existencia.