La obra de Miguel Ángel Rojas da fe de la verdadera y fluida labor del artista como investigador, del artista que experimenta y que no se agota con una u otra técnica o una u otra temática; a lo mejor, sus aproximaciones espontáneas e inocentes a una determinada forma de expresión, lo llevan naturalmente por los terrenos de la investigación, la exploración, la creación y la proposición.
Gran lección la de éste artista a tanta figura posicionada que extenúa sus medios de expresión al convertirlos en producto comercial o en marca registrada; si Miguel Ángel Rojas es un artista inquieto que no se agota y todo el tiempo experimenta, propone o crea, muchos de los que la sociedad de consumo considera como artistas no son más que diseñadores gráficos o decoradores convertidos en mercaderes de imagen.
Iniciar con la fotografía, pasar por la instalación, retomar la fotografía pero ahora intervenida, entrar en los terrenos del dibujo y la pintura, y en general, pasearse por muchas técnicas o medios de expresión, ya hablan bien de un artista, y si a eso se le añade algo que podríamos denominar como trashumancia temática, se completaría el cuadro para tener delineada la figura de un artista íntegro.
El imaginario popular nos hace creer que el artista posicionado ha triunfado, pero a contrapunto de lo que representa alguien como Miguel Ángel Rojas, el artista posicionado está muerto, ya no crea, ya no propone, sólo agota lo ya agotado de “su estilo”, y se convierte en mercader de imagen.
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