EL ARTE Y LA UTOPÍA.
Algo menor que la locura y mayor que la ansiedad, se apodera del alma inquieta que se halla prisionera en un mundo genéricamente violento y confuso, dicha sensación es producto de la búsqueda, que nos permite decir algo, y cuando hay que decirlo, hay que decirlo; la respuesta a una sociedad banalizadora aunque contradictoriamente tecnificada, es el cuestionamiento, que permite el descubrimiento de cosas nuevas y de palabras no dichas.
El artista es uno de los llamados para darle forma a un mundo nuevo, que permita romper con la confusión y la indiferencia reinantes, en donde su violencia inherente se desliga de víctimas y victimarios, y gracias a los medios de comunicación, queda como ruido de fondo en la carrera al llamado éxito personal.
El artículo me ayuda a ratificar mi deducción de que el arte debe atacar a todo acto coercitivo para con los seres humanos, debe, si no, vislumbrar alternativas, sí problematizar tantas cosas que se necesita problematizar, porque del conflicto nace la creación, la inquietud, la pregunta; algo que nos permita ser más humanos, algo que nos ayude a salir de la ruleta del consumo que genera la más abyecta de las reificaciones de todo lo que nos rodea.
El texto nos habla de los elevados ideales del arte, como respuesta a una sociedad enferma, ciega y amnésica; sin embargo, para empezar con el cambio, si bien deseamos hacerlo con actos grandiosos, tal vez basta con ser más sencillos y conscientes de lo que realmente somos y lo que realmente queremos ser.
Rodolfo López
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