Primera lección, (Desaparición del Escudo) Cinco Vallas, 1970. Serigrafía, duco y madera.
Una aproximación poética a éstos artistas, nos permite vislumbrar tanto inquietudes como emociones que despiertan en nosotros su obra y ellos como seres humanos que son (Lectura de corto texto introductorio).
En el caso de Bernardo Salcedo, es muy fuerte el recurso cinematográfico en la conformación de sus obras como escenarios o fotogramas de un relato conformado por los recuerdos y las sensaciones (Como en el caso de las cajas y las maletas); lo cual, para el contexto del arte, lleva implícito un gran componente de innovación más que de mensaje.
Salcedo deja su obra a disposición del espectador para ser interpretada, y no para ofrecerle una explicación; en éste orden, se destaca la obra “FRASES DE CAJÓN”.
Por ende, en su obra se halla presente una forma diferente de manifestación plástica, por lo cual, además de lo ya mencionado, se pueden destacar sus fotografías intervenidas, las cuales, además de ser notables como objetos, buscan llamar la atención sobre el hecho fotográfico.
La obra de Salcedo, en medio del clima imperante en las artes, le devuelve al observador su papel como interpretador de la obra, más que participante de la misma, con lo que reivindica a la obra como objeto, sin que por ello se renuncie al concepto.
En medio de las reflexiones que suscita el arte desde la perspectiva del objeto, se toca el tema del arte público, que a juicio de Salcedo, es escaso, debido a la gran presencia de basura, de obras vacías, malogradas, formal y conceptualmente pobres, por lo que todo arte público no puede ser tomado como arte conceptual.
Para Bernardo Salcedo, ser artista no significa pintar o dibujar bien, sino algo más amplio que el sólo hecho instrumental, lo cual le da nuevas perspectivas al arte y su práctica; así, Salcedo es un artista que crea su obra desde la sensación, a través del pensamiento, para que nosotros, a partir de la sensación también podamos pensar.
De Barrios, se destaca su labor como investigador, en donde el proceso de exploración y experimentación es parte de la obra, por lo que se retoma el concepto del arte que va más allá de saber pintar o dibujar y en donde la investigación es parte fundamental, ya que es reflejo del proceso que sufren las emociones, las interrogaciones, las confusiones, mientras se busca un lugar para ello; de tal forma, que el arte va madurando o evolucionando con el artista. En ese orden, el arte es una vocación, un llamado, en donde lo que se ha vivido se va manifestando a lo largo de la obra.
Álvaro Barrios aprendió a dibujar desde muy pequeño, y se puede saber que desde muy temprano tenía claro lo que quería ser, en la medida que sus aptitudes lo demostraban. En el caso de Salcedo, no queda claro el hecho de si su niñez fue una influencia negativa o positiva.
Es destacable la postura de Salcedo frente al arte, en la medida que establece una renuncia a la psicología, y la experiencia que lo alimenta es la de la propia cotidianidad, por lo que el hecho de que se generen cuestionamientos en lugar de seguridades o explicaciones es parte fundamental de la obra de arte. Elementos tales como los sueños, las nostalgias, la imaginación, son los que enriquecen a la obra de arte, la cual ofrece una suerte de recreación de dichos sentimientos por medio de los objetos.
Tanto en Barrios como en Salcedo, se presenta al arte como una vocación, como forma de vida y de asumirla junto a la cotidianidad de forma crítica; el componente “innato” de la vocación artística se nutre y complementa de la investigación y la experimentación, lo cual se manifiesta en las dinámicas creativas, en el cambio, la transformación y la búsqueda. La vida se manifiesta con el cambio, la novedad; por lo cual la muerte puede ser traducida como la desaparición que se refleja en la inactividad.
Su formación como arquitecto le permite a Salcedo tener un manejo especial del espacio y los objetos dentro de él, lo cual se ilustra claramente en sus trabajos de las cajas, en donde se muestra un especial cuidado por la composición con elementos y fragmentos heterogéneos dentro de un espacio confinado.
Gracias al estudio que se llevó a cabo con ambos artistas, es posible ver al taller del artista como un laboratorio de investigación, en el que nada queda a la ligera, lo cual, permite que con relación al arte público, se retome el tema de Arborizarte, como antítesis a esa labor investigativa del artista comprometido con su oficio y lo que sucede alrededor suyo, pues proyectos como éste, si bien tienen fines altruistas, se desarrollan en detrimento del arte, ocasionando la aparición de cosas facilistas gratuitas y simplemente decorativas, generalmente, con resultados estéticos, compositivos y propositivos bastante deplorables.
Estos artistas nos permiten vislumbrar una parte de la condición humana en sus planteamientos plásticos y conceptuales, debido a que expresan dicha condición en términos que van más allá de lo inmediatamente perceptible. También, nos permiten vislumbrar como la posmodernidad bien entendida ha enriquecido al medio artístico, en la medida que se aleja de la racionalidad establecida y la visión parametrizada, debido a que se deja a un lado el arte de las ideas y se llega a las diferentes manifestaciones sensibles, que sin embrago, estimulan componentes, aunque nuevos, del pensamiento; al final de todo buen arte, queda la poética, la cual no renuncia ni a la sensación ni al pensamiento, debido a que permite que ambos coexistan y den origen a una nueva perspectiva de la condición humana que no puede ser expresada de otra forma.
En el caso específico de Bernardo Salcedo, llama la atención el hecho de que a pesar de que en sus palabras niegue la importancia o presencia de ciertos elementos, su obra los haga manifiestos, como por ejemplo, la influencia de la arquitectura; ésta es una obra que no se puede pasar por alto, que llama la atención, debido, entre otras cosas, a que rescata la importancia del objeto, en el manejo de la parte formal y compositiva.
La obra de Salcedo es una obra inquietante, la cual se apoya mucho en la racionalidad, sin que sea esta su punto central, sino más bien parte de la motivación y de lo que resulta de ello; es una obra que entre más se estudia más interrogantes genera y más de desea conocer, al igual que con respecto a la condición humana del artista, lo que sin embargo, no debe influenciar o primar sobre el estudio de la obra misma.
1 comentario:
Me parece útil, a la hora de hacer una aproximación crítica a una obra, desligarse un poco de la personalidad del autor; pues mal se haría en someter obras de altas calidades formales, compositivas y conceptuales como las de Álvaro Barrios y Bernardo Salcedo, a nuestros afectos para con ellos; ya que es mal punto de inicio hablar de la obra de Barrios desde su presunción, o de la de Salcedo desde su pedantería.
Los seres humanos somos imperfectos, y las obras que salen de esos seres humanos también; así que no es tarea de la crítica partir de ellos, sino desde las cosas que movilizan y las emociones que suscitan. Dejarse llevar por la trampa de la personalidad no favorece al ejercicio de la crítica, sino que más bien parcializa la discusión y cierra el tema por cuenta de los afectos o desafectos que nos puede generar un autor determinado.
En ese orden, cobra gran valor la observación desde el punto de vista de los procesos que se dan en cada obra, y los cambios internos en la misma, que inevitablemente se manifiestan tanto en su concepción como en su materialidad; así, una obra íntegra, es la que no desecha las partes del todo, la que aglutina forma, composición y concepto, pues en el mundo del buen arte, estos "componentes" son indivisibles; lo que resulta en una apropiación conjunta de la obra, que le devuelve al observador todo lo que pueda depositar en ella.
La dualidad en el arte (forma-contenido) es tan perjudicial como en el mundo de las ideas o la filosofía, pues algo que pueda tener un valor para el ser humano, debe integrarlo todo, y más que cualquier cosa, decirnos algo, inquietarnos, llenarnos de dudas y de creatividad. Así como mente y cuerpo son una cosa, o mundo físico y espiritual también, la forma y el contenido no son expresiones divorciadas de la manifestación artística, sino más que todo vicios del análisis occidental al que se nos ha acostumbrado.
Si algo se puede decir con naturalidad de estos dos artistas, es que conjugan forma y contenido en un arte comprometido consigo mismo y con quien participa de él como creador u observador.
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