sábado, 28 de julio de 2007

UN CÓNDOR VILIPENDIADO EN SU NATURALEZA

Julio 3 de 2007

Abrir eí cartel para señalar los destrozos.
Un tiempo que parece detenerse, unas miradas que no cambian.
Ahora cuando me rindo a lo venidero, pienso que nada ha pasado.
El mismo rencor me apabulla.
Me sorprende que cada vez que atisbo en e! rostro humano !a polvareda gris de la distancia, se ilumina menos la esperanza, pero eso no tiene importancia, lo importante es observar corno la luz destella en acciones creativas dejando el mortecino olor a lo lejos y si lo puede llenar de aromas de pétalos frescos o sonrisas que no estorben pues ha de hacerlo.
Paseo en la historia tratando de evitarla, para no repetirla, pero lo que ocurre es que ella insiste dejándome impotente.
Hombres, mujeres, niños, jóvenes nacen crecen se reproducen y
mueren, acariciando el mismo dolor. En su último recorrido destilan un aliento de desilusión.
¡¿A esto, solo a esto he venido?!
Mostrarnos las atrocidades de la desidia humana, en e! aliento, de
un actor que intenta desmenuzarla.
Dejo mi responsabilidad a quien intenta decir algo.
La mesura es el camino...
Pido permiso y me sumo a los disparates que mi mente ofrece y compruebo que no estoy lejos del fascismo beligerante y que arropado con el último amigo desvelo mi arrogancia.
Esas calles tormentosas
Esos juegos desaparecidos
Esos seres humanos que me invento pretendiendo acallar a los otros que se alejan de mis intereses.
Caigo y continúo
Quizás otro este dispuesto a continuar mí anhelo,
igual me desvivo sin importancia, recreo e! reverso de mi asiento y con disimulo arcaico me retiro, todos me miran, atisbo que en otros tiempos fuimos iguales, perdidos en la floresta, hoy nos vemos sin reconocernos en el desierto abierto, que ayudamos a construir.
Las gotas delirantes que tiñen de color la plasma del pasado no dejan mas que el residuo que opaca el presente.
e! futuro devastador acaricia mi espalda y salto a! camino para defenderme del tiempo, no sé si he pasado o simplemente no existo.
¿Por qué la repetición abunda !os sentidos, ensordeciendo cada
instante?
Solo la pregunta inunda rni cerebro, desconozco la memoria,
reinvento para aliviarme, pensando que esto es solo un instante.
Revuelco en la permanente historia y me tropiezo de nuevo con lo
mismo. Los gritos avasalladores de los niños y los ancianos corriendo a esconderse, los jóvenes sin causa defendiendo las impertinencias del poder.
Una luz de neón colándose en cualquier pared a destiempo.
La ira confundiéndose con el fuego, la decidida feminidad vestida de patraña persuadiendo al débil y afinado modelo de poder representativo.
Los colores perdieron su esencia, primaria, vestir de pulcritud el universo, ahora visten, gracias a la "razón" las verdades absolutas, sacrificando !a moral y la ética.

Reverso

Un Cóndor es vilipendiado sin su permiso, comparándolo con cualquier desquiciado.
La analogía revive la posibilidad de seguir maltratando la naturaleza.
Pedacitos de jovialidad me entretienen y animan, una cagada a puerta abierta, el guiño de una madrugada, un cortejo avícola, o un simple algodón de azúcar
Camino con la dificultad del miedo, de la desigualdad social, con los augurios de mejores tiempos, cerré ese día los ojos y se me confundió e! tiempo, hoy en este texto deshago mi aprensión, en tanto que la razón no hace parte del desequilibrio, la hemos perdido o ella se marchó.

Alberto Lozada Suárez

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

La violencia como institución no tiene ninguna justificación, pues cuando se cree que la tiene, al final es violencia pura, contaminada con los dejos de la industrialización y su consecuente producción en serie. La violencia partidista, de tinte ideológico-religioso, creía tener su justificación por sí misma como todo dogma, y al final, terminó siendo eso que aun es pero con otros nombres, otros protagonistas, con escapularios, vírgenes tatuadas en el hombro, motosierras libadas con agua bendita, reivindicaciones mamertas trasnochadas, y un largo etcétera. Y sí, de acuerdo, la constante antropomorfización que hace el hombre de todo lo que le rodea para poder comprenderlo, comete, en este caso, una injusticia con el ave que desaparece de un escudo nacional sin patria, pues asesinos como esos merecen llamarse más bien fábricas, máquinas o algo así, sin alma, sin humanidad, sin vida, antimateria, negación, inexistencia…